De nuevo enfrento un tema escabroso, esta vez de la mano de una amiga pidiéndome que le escribiera unas palabras, desde mi experiencia personal, a alguien que había sufrido un aborto. He decidido compartirlo por si de algún modo puede ser de ayuda para aquellas mujeres que lo han vivido. También buscando la empatía de los que no lo han hecho, con el fin de que puedan ser un bálsamo real en esos momentos tan complicados. Deseo fervientemente cumplir ambos propósitos siempre desde una visión subjetiva cargada de cariño.
Para todas las mujeres que han perdido un embarazo:
Lo primero que quiero decirte es: LO
SIENTO. Siento profundamente y de corazón que hayas perdido a tu
bebé.
Que hayas pasado de un estado de
bienestar inigualable a uno de extrema tristeza. Sé positivamente
que aún no puedes creerlo que hace unas horas, unos días, unos
meses, unos años, albergabas la vida en el estado puro de la
palabra y ahora ya no está. Tienes el alma hecha pedazos.
Desconozco si tuviste que sentir cómo
se derramaba, si lo viste por última vez en una ecografía, si
tuviste que afrontar un legrado, parto o cesárea pero lo que sí sé
es lo muchísimo que sufriste y lo que estás sufriendo ahora. Creo
que sea de los momentos más difíciles de afrontar para una mujer
porque igual que te sentías absolutamente encantada, una auténtica
privilegiada por ser dadora y fuente de vida, ahora, lo sé, te
sientes completamente responsable de lo sucedido. Todas las palabras
del mundo no podrán consolarte. Puedes reaccionar con serenidad
aparente mientras lo masticas por dentro, llorando a ratos, casi
siempre en soledad pero tarde o temprano tendrás que enfrentarlo.
Tendrás que perdonarte por no poder haber hecho nada para evitarlo y
lo más importante por no haber hecho nada para que sucediera.
Desecha de tus pensamientos esos sucesos que recuerdas
constantemente como los causantes, no es cierto, tú no eres la
culpable.
La creación de la vida es un milagro
en sí misma. Es un espectáculo fabuloso que parece increíble y en
el que intervienen tantos factores que ni la medicina puede explicar
la causa de un aborto. Solo resta asimilarlo de un modo paulatino,
comprendiendo que es inevitable el período de duelo, de hecho cuanto
más te resistas a ello más tardarás en sanar la herida. Y con ello
no quiero decir que lo olvides, siempre te acompañará el recuerdo
pero es cuestión de tiempo que el dolor se mitigue.
He pensado más de una vez que la
naturaleza decidió que la vida debía transmitirse a través de las
mujeres porque tenemos una fortaleza inimaginable, somos tiernas y
sensibles pero dotadas de una fuerza motor enorme, aprovéchala de
modo que continúes hacia delante recordando que tuviste el
privilegio de albergar la vida sintiendo un amor absoluto que sin duda te
aportará serenidad y una inmensa empatía. Ve poco a poco
transformando la culpa en perdón y de eso modo el dolor se diluirá
en paz.
Que de sentimiento y empatia provocan tus palabras lidia. ����
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