Ay León de mis amores

Pasear por tus calles y dejarme llevar, es todo uno. Lo mío contigo es un amor a primera vista, un amor sereno y arrebatado que no por vernos más se corrompe, al contrario.

Es casi mágico que aún me asome a tu pulchra leonina como si fuera la primera vez, como si no la llevara viendo más de cuarenta años, que se dice pronto.
Pulchra leonina
Conozco y reconozco cada piedra del casco histórico más bonito del mundo y lo digo sin acritud, sin ánimo de ofender porque me permito la licencia de ligar la belleza a los afectos y esos siempre miran con otros ojos. No he tenido la suerte de tener pueblo así que mi ciudad es mi pueblo, sus plazas hacen las veces de estas donde tantos han jugado de niños. Acudía con mi madre al mercado de la plaza Mayor, me emborrachaba de olores y colores, de esos sacos de legumbres de nuestra Tierra de Campos, de verduras y frutas frescas, todavía puedo escuchar el cacareo de los animales vivos, que de aquella se podían vender así. Ahora todo son controles, granjas y demás zarandajas que en muchos casos nos visten de una cosmética seguridad que no lo es tanto. Todo parece tan fácil en la infancia..., esa maravillosa etapa en la que sólo puedes intuir el camino a seguir mientras te dejas llevar de la mano.
Plaza del Grano 

Observando las piedras he pasado cientos de horas, imaginando cuantas gentes las han contemplado igual que yo. Admirando el entregado trabajo de aquellos romanos de la Legio VII y de cómo dejaron su impronta, no me cabe duda, incluso en nuestro carácter. Nos tienen por obstinados, no lo contradigo aunque sí apostillo que esa tenacidad también ha logrado convertirnos en un pueblo luchador y fuerte que cuando abre las puertas de su ciudad lo hace también de su corazón. Me considero una amante fiel y al mismo tiempo ciudadana de este mundo pues mi origen me acompaña a donde quiera que voy y siempre regreso a él, vuelvo a casa. De hecho recuerdo las palabras de esa Escarlata O'Hara diciendo que sacaba su fuerza de la tierra roja de Tara, con los años lo entendí, mi fuerza reside en esas piedras romanas, en esas románicas y góticas, en esas en las que me pierdo durante horas como si me hubieran dejado mensajes de vida las anteriores generaciones.

He leído en muchas ocasiones que es tan importante saber de dónde vienes como a dónde vas, lo matizaría diciendo que ese poso que queda en nuestra alma de los primeros años de existencia marca el rumbo a seguir.

Mirar siempre satisfecha el origen, admirar el entorno y salir al mundo para contemplar las diferencias. No tenemos mar, como escribiera la poeta leonesa María Dolores Otero "habladme del mar, que yo soy de tierra adentro", por lo tanto imagino que este cielo azul es ese fondo marino rebosante de paz.

Tanto por contar de una ciudad abierta, señorial, elegante, repleta de mil rincones donde recalar para tomar un delicioso vino de la tierra siempre acompañado de exquisitas tapas. Socializar tal cual nos gusta a los españoles, al calor de un bar, charlas y risas animadas, negocios incipientes, amoríos de barra, amores tiernos, familias de domingo. Que maravilla pasear sola y admirar esos instantes de vida por los cuatro costados, de olor a autenticidad, de esa que solamente se puede robar al detener tus pasos para mirar fijamente aquello que te rodea y reconciliarte con el ser humano. Y en especial, con el cazurro.

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