Orgullo de mujer

Hoy necesito liberarme del peso de ser mujer o más bien, de sentirme orgullosa de serlo y expresarlo libremente. En palabras de Gamoneda escribir en una liberación y, por eso mismo, un acto de salvación. Y eso pretendo, salvarme y salvar a todas aquellas mujeres que también sienten orgullo de serlo y a veces hasta miedo de manifestarlo.
 La historia nos arroja un saldo cruel sobre nuestra existencia genérica en el mundo. Nos encontramos con mujeres faraonas, reinas, guerreras, en contraposición de otras muchas sufridoras, maltratadas, olvidadas y, casi siempre, ninguneadas. Vistas en demasiadas ocasiones como objetos, como algo estético que mostrar y al mismo tiempo, un bien que utilizar al antojo de quién se terciara, rozando la esclavitud. El desgarro se produce cuando aún, hoy en día, hay muchas mujeres que siguen viviendo en ese estado de sometimiento. Lo sobrecogedor es que en nuestro llamado, primer mundo, eso sucede solapadamente o se manifiesta pero nos empeñamos en mirar hacia otro lado.
 Ser mujer es un regalo, es ser fuente y dadora de vida, es albergar en tu seno la esencia del mundo, que no es otra que la propia existencia, es partirte en dos para entregar al mundo a sea pequeña criatura que amas desde lo más profundo de tus entrañas, es darte en cuerpo y alma para formar a otro ser humano, para enseñarle a enfrentarse al mundo. Nada, y digo nada, es comparable a esa sensación. Siento orgullo de mi feminidad, orgullo de ser y sentirme muy mujer y no quiero, no, no quiero ser un hombre. Quiero tener los mismos derechos que un hombre porque soy un ser humano, me rebelo ante la estupidez profunda de aquellos y aquellas que no entienden que nuestras diferencias son las que nos enriquecen, que no se trata de ser más o menos pero tampoco de ser iguales, se trata, como siempre, como en todo, de respeto mutuo. No me cuenten igualdades sin sentido, háblenme de respeto, de entender nuestras disparidades y de cómo deben converger en nuestra sociedad. Déjenme ser mujer y todo lo demás que decida estará bien, mi maternidad o no, mi sexualidad, mi profesión, mi vida. No la podemos condicionar a los estándares de la sociedad del momento, no dejemos que nos arrastre a ser o hacer lo que no deseamos, se trata de vivir en una libertad real, en un estado, bien lo sé, utópico de respeto. Pero no me canso de soñar con un mundo mejor, dominado por la bondad, el respeto, la individualidad, y ninguno deberíamos cansarnos de querer lograr ese estado. Así no tendríamos enfrentamientos absurdos que conducen a querer obtener derechos a costa de robárselos al otro y así, lamentablemente, solo logramos seguir en una sociedad injusta que pasa de un extremo al otro y acrecienta los odios.
 Hoy necesito liberarme, hoy necesito decir que me siento orgullosa de ser mujer, orgullosa de todas las mujeres luchadoras que no cejan en el empeño de combatir junto a grandes hombres, por lograr una sociedad más justa, una sociedad mejor, una sociedad para las próximas generaciones que, ojalá, pudieran mirar hacia este momento de la historia y decir, ellos y ellas juntos, es decir, la raza humana, lo logró.

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