Pocos días antes de que estallara el
Covid-19 y nos dejara con cara de esto no puede estar sucediendo,
viví una experiencia maravillosa en Frías (Burgos).
El caso es que me presenté a un par
de concursos de literatura, uno de microrrelatos que convocara
Sofcaple
en León y otro de poesía organizado por la Asociación de mujeres Luna de Frías.
Lo consideré una buena experiencia como ejercicio, en tanto en cuanto que debes ceñirte a una temática concreta y no sólo dejar brotar las emociones como suelo hacer habitualmente.
Cuál no sería mi sorpresa al conocer que había resultado finalista en
ambos y coincidían los actos el mismo día. Decidí, por tanto, que
el accésit de Sofcaple en León, el cual agradecí profundamente, lo recogiera mi buen amigo y poeta,
Lorenzo Martínez, al que de nuevo agradezco el gesto y al que, por
cierto, tengo muchas ganas de dar un abrazo y charlar como
acostumbramos a hacer al calor de una copa de buen vino callejeando
por nuestro Barrio Húmedo que en estos días arroja una imagen
sombría a resultas del silencio ensordecedor que todo lo envuelve.
Pronto pasará toda esta locura y podremos retomar las buenas
costumbres, brindaremos de nuevo por lo más preciado que tenemos, la
vida, la libertad.
Lo consideré una buena experiencia como ejercicio, en tanto en cuanto que debes ceñirte a una temática concreta y no sólo dejar brotar las emociones como suelo hacer habitualmente.
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Lorenzo Martínez (Foto: Camino, Sofcaple) |
Así las cosas, el premio de Frías
había que recogerlo en persona y hasta la celebración del acto no
sabría qué posición tendría entre los tres finalistas. Desde la
organización y para facilitar el desplazamiento nos invitaban a
pasar el fin de semana, así que me acompañó mi querido Manuel. He
de confesar que para mí el haber sido finalista ya era el auténtico
premio pues saber que logras emocionar con lo que escribes es el
mayor reconocimiento.
El recibimiento en esta espectacular
ciudad medieval fue algo mágico, de veras. Yoli, Chus y Amaia nos
saludaron al igual que lo harían con unos viejos amigos de toda la
vida, además de agasajarnos con un copioso almuerzo. Fueron las
mejores anfitrionas imaginables. Después del almuerzo, mientras esperábamos a Juan -otro de los finalistas y asiduo participante, a la par que galardonado, en muchos
concursos de literatura como más tarde nos contara- nos allegamos
hasta Tobera para admirar sus cascadas de una belleza natural impactante por la fuerza incontenible del agua, agua siempre como símbolo de vida en su continuo discurrir ajena a todo, y la preciosa ermita del Santo
Cristo, todo ello aderezado con un ambiente alegre y familiar que me
conmovió profundamente. Allí se sumó al grupo Amaia de Radio Merindades y su pareja con los que también compartimos mesa y mantel en el Mesón Fridas con unas
deliciosas viandas junto a Ángela Serna y su pareja Iñaki.
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Foto: Radio Merindades |
En todo este distendido ambiente se
fue aproximando la hora del acto y nos llevaron hasta la casa rural La Era de Vadillo, regentada por Sergio, donde nos alojaríamos. Sergio nos mostró toda su amabilidad y
buena disposición. La Era de Vadillo es una casa cuidada al detalle en la decoración, muy
confortable y enmarcada en un entorno bellísimo. Absolutamente recomendable para alejarse del mundanal ruido y sumirse en otra época, acaso más amable.
El salón, anexo a la oficina de
turismo ubicado junto al Castillo de Frías, lucía muy hermoso.
Apenas podía controlar la emoción y los nervios, como me suele
suceder cuando tengo que intervenir. Me embargaba una emoción inmensa a pesar
de la confortable sensación de estar realmente en familia, el acto
giraba en torno al papel de la mujer, no podía ser de otro modo,
pues se adelantaba la celebración del día internacional de la
mujer. Me resultó muy gratificante expresar mi opinión sobre la
lucha conjunta que debemos hacer hombres y mujeres para mejorar la
sociedad actual. Agradecí nuevamente la oportunidad de participar en
tan emotivo acto y posteriormente leer mi poema Mujeres.
Juan y Susana, primer y segundo premio, aportaron sus magníficos poemas. El premio a la mejor declamación fue para Laura. Y para Ana un accésit. Laura y Ana leyeron sendos poemas de un modo sobrecogedor. Y en mi opinión fueron justas merecedoras de dichos reconocimientos.
Juan y Susana, primer y segundo premio, aportaron sus magníficos poemas. El premio a la mejor declamación fue para Laura. Y para Ana un accésit. Laura y Ana leyeron sendos poemas de un modo sobrecogedor. Y en mi opinión fueron justas merecedoras de dichos reconocimientos.
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Foto de familia autoridades, jurado y premiados (Foto: Radio Merindades) |
Pasados los nervios, emocionada y
feliz con mi tercer puesto, nos llevaron al Tele-club -me encanta esta
palabra, sobre todo lo que significaba en cuanto a la actividad que
allí se desarrollaba dentro de esa España hoy vaciada que tanto nos
está enseñando en estos momentos sobre la verdadera cercanía y el
cuidado mutuo- para tomar un generoso lunch preparado altruistamente
por las mujeres del pueblo. ¡Qué delicia! Me provoca una envidia
sana, si tal puede ser, la fraternidad reinante, la colaboración
mutua, el inmenso trabajo que hacen a favor de su pueblo de forma
constante con esa fuerza que caracteriza al sexo femenino cuando se
trata de luchar por lo que nos resulta realmente importante.
La cena, por tanto, fue maravillosa sobre todo por las conversaciones que pudimos mantener con unos y otros, conociendo un poquito más su día a día. Siempre resulta enriquecedor escuchar. Aún nos llevaron a tomar una copa y hasta realizaron divertidos juegos. Qué mujeres, una hospitalidad admirable que me caló sin remedio.
La cena, por tanto, fue maravillosa sobre todo por las conversaciones que pudimos mantener con unos y otros, conociendo un poquito más su día a día. Siempre resulta enriquecedor escuchar. Aún nos llevaron a tomar una copa y hasta realizaron divertidos juegos. Qué mujeres, una hospitalidad admirable que me caló sin remedio.
A la mañana siguiente Míriam, la
concejala de turismo, junto a Yoli, Chus y Amaia, ni un solo minuto
nos dejaron solos -también Juan estuvo con nosotros en todo momento-, nos hicieron de cicerone de
un modo sublime.
La visita guiada por este maravilloso pueblo medieval de calles empedradas, casas colgadas e incluso un espíritu con nombre propio, la Beni, que bien podría ser el escenario perfecto para cualquier película ambientada en el Medievo.
Reconozco mi entusiasmo por todo el pueblo, pero la calle del mercado, que también es el otro lado de las maravillosas casas colgadas, me enamoró.
Nos contaron que los ventanones de las casas actuales que daban para la calle eran los mismos puestos o paradas de aquel antiguo mercado y como si de una ensoñación se tratara se fueron abriendo ante mí cada uno de ellos con los artesanos al frente, me llegaba el bullicio de un día de mercado, los niños correteando, los ancianos regateando sus compras, las matronas haciendo acopio de víveres para sus familias, las telas de colores extendidas, hasta me llegaba el aroma fresco de los alimentos y el crudo e impactante olor de las pieles en venta, muy evocador.
La visita guiada por este maravilloso pueblo medieval de calles empedradas, casas colgadas e incluso un espíritu con nombre propio, la Beni, que bien podría ser el escenario perfecto para cualquier película ambientada en el Medievo.
Reconozco mi entusiasmo por todo el pueblo, pero la calle del mercado, que también es el otro lado de las maravillosas casas colgadas, me enamoró.
Nos contaron que los ventanones de las casas actuales que daban para la calle eran los mismos puestos o paradas de aquel antiguo mercado y como si de una ensoñación se tratara se fueron abriendo ante mí cada uno de ellos con los artesanos al frente, me llegaba el bullicio de un día de mercado, los niños correteando, los ancianos regateando sus compras, las matronas haciendo acopio de víveres para sus familias, las telas de colores extendidas, hasta me llegaba el aroma fresco de los alimentos y el crudo e impactante olor de las pieles en venta, muy evocador.
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Chus, Yoli, Amaia y Lidia (Foto: Juan L.Collado) |
A continuación la hermosa iglesia de
San Vicente fue de visita obligada en la cual admiramos su sillería,
sus retablos, un increíble Cristo articulado y un magnífico coro.
Los alrededores, de nuevo, dignos de ser contemplados con su constante aroma a serenidad, a pasado feudal, a fortalezas diseñadas para proteger a sometidos pueblos de gentes trabajadoras y felices a pesar de los pesares. El castillo sobre la muela, dicho así por su similar forma, se consideraba prácticamente inexpugnable y ante nosotros hizo alarde de grandeza en viaje hacia un pasado que hoy parece tan lejano como fascinante.
Los alrededores, de nuevo, dignos de ser contemplados con su constante aroma a serenidad, a pasado feudal, a fortalezas diseñadas para proteger a sometidos pueblos de gentes trabajadoras y felices a pesar de los pesares. El castillo sobre la muela, dicho así por su similar forma, se consideraba prácticamente inexpugnable y ante nosotros hizo alarde de grandeza en viaje hacia un pasado que hoy parece tan lejano como fascinante.
La visita tocaba a su fin.
Hicimos una compras de recuerdos en la
tienda Yara, regentada por Ana, que recomiendo por las bellezas que allí se encuentran junto a la amabilidad de ella misma.
Participamos en la pequeña y emotiva
manifestación por el día de la Mujer para después comenzar con las
despedidas. Abrazos emocionados, sonrisas sinceras de unas personas
que se han ganado un lugar en mi corazón por méritos propios.
Deseo regresar, ansío recorrer nuevamente esas calles serenas cargadas de historia, tomar otro vino en los soportales del bar La Roca creando nuevos vínculos con otras tierras de sabores añejos y paisajes hermosos que, al fin y al cabo, siempre me olerán a cariño del bueno, a hospitalidad, a ternura, a risas, al abrazo entrañable de los afectos.
Deseo regresar, ansío recorrer nuevamente esas calles serenas cargadas de historia, tomar otro vino en los soportales del bar La Roca creando nuevos vínculos con otras tierras de sabores añejos y paisajes hermosos que, al fin y al cabo, siempre me olerán a cariño del bueno, a hospitalidad, a ternura, a risas, al abrazo entrañable de los afectos.
Gracias a ti sin tu participación y de los demás compañeros sería imposible realizar estos pequeños actos desde como bien dices es la que ahora se llama España vaciada Gracias por tus palabras Chus
ResponderEliminarA vosotras, Chus, con vuestra dedicación y trabajo estáis logrando mantener la verdadera esencia, sois un tesoro, un gran abrazo.
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